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El Cristo del Perdón, imagen de la Semana Santa Quintanareña, procesionó en la Fiesta de la Virgen de los Dolores

La Iglesia Conventual de los Padres Franciscanos TOR, celebraron  la Fiesta en Honor a su Patrona, la Virgen de los Dolores, en Eucaristía concelebrada presidida por Fray José Méndez Devez, y en la que estuvieron presentes, todos los sacerdotes de la Parroquia y de la Comunidad Franciscana.

A la Celebración, asistieron miembros del Consistorio Municipal, con su Alcalde, D. Pablo Nieto, la directiva de la Junta de Gobierno de la Junta General de Cofradías, con su presidente D. Santiago Añover, la Directiva de la Hermandad de la Tercera Orden Franciscana Seglar, con su presidenta Angelines, el Coro San Francisco y numerosos fieles, que abarrotaron el Templo,

En la homilia, Fray Pepe, como familiarmente le conocemos, hablo de los valores de la Virgen , como Madre de Dios, como una madre, sin egoismos, ausente de desordenes, con un amor tan Inmaculada, capaz de amar a Dios como a su hijo.

Un amor que no se basaba en meros sentimientos, no se dejaba llevar por las emociones, ni pronunciar bonitas palabras para cautivar la atención de la persona amada. María demostró hacia el Padre y hacia el Hijo, que el verdadero amor, es el que nace del corazón y aquél que se concretiza en las obras, haciendo suyas la palabras de San Agustín, que decía que "EL AMOR ES EL HECHO MISMO DE AMAR".

María, Madre Dios, bajo la adovación de la Virgen de los Dolores, manifestó un amor auténtico  traducido en donación de sí misma hacia Dios y hacia los demás, irradiando amor por los cuatro costados, en sus ambientes, familiar, social y de vecindad, estando atenta de todos aquellos que podían precisar de sus servicios.

Hizo una comparativa entre la Virgen y los feligreses, quienes en lugar de amar, irradian egoismo, con indiferencia y frialdad, en lugar de con comprensión y perdón  de María, y en lugar de Amor perdón, el Pueblo de Dios, manifestamos rencor y deseo de venganza.

Finalizó diciendo que hay una gran diferencia entre nuestros deseos y acciones a los de nuestra Madre en el cielo, Nuestra Señora de los Dolores. Por tanto, fijémonos en María y pongámonos en sus manos, ya que ella es la única que puede llenar de amor nuestro corazón  para quitarnos el corazón de piedra que tenemos en la actualidad, que ni siente ni padece. Terminó con la petición a la Virgen de que haga que nuestros corazones, sean capaces de sentir, llenos de fe y caridad, como lo fue el suyo.

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