Pregón 2.014

 

 

 

Pregón de la Semana Santa 2.014 a cargo de:

D. José María Gómez Gómez.

Catedrático de Lengua y Literatura. Profesor de la UNED.

05/04/2.014

Parte 1/3

Párroco de Quintanar…
Sacerdotes de su iglesia…
Señor Alcalde, Justicia
y Corporación Municipal
que en Quintanar hoy gobierna…
Junta de Cofradías
que organiza con solvencia
esta gran Semana Santa…
Distinguida concurrencia
de cofrades y hombres buenos,
de alma cristiana y manchega…


Llega la Semana Santa.
El tiempo santo ya llega.
¿No lo sentís? Ya está aquí.
Ya se asoma por las puertas
del corazón , de las almas,
de las cristianas conciencias…
Tiempo de meditación,
de dolor y penitencia.
Cada año, en nuestra España,
cuando entra la primavera,
en las calles y en los templos
huele a plegarias y a cera,
a flores de los exornos,
a piadoso humo de velas,
a policromía de imágenes,
a túnicas recién hechas…
Semana Santa en España
Semana Santa Ya llega…
Nada existe equiparable
en la extensión de la tierra,
en devoción, colorido,
en experiencia y belleza.
Cada pueblo, cada templo
vibra en emoción intensa.
El arte sale a la calle
en las tallas de madera
de los más grandes artistas
que la historia conociera.
Y es que la Semana Santa
es en España la esencia.
Semana Santa de España.
Semana Santa Señera.
Miserere y Aleluya.
Pasión y Gloria… Ya llega.
Se respira por las calles…
Se presiente en las iglesias.
¡Qué lujo de Cofradías!
¡Qué seriedad! ¡Qué belleza!
Tiempo de Semana Santa.
Un Gólgota es cada aldea…


Los cristianos españoles,
aupados en las aceras,
un año más echaremos
todo nuestro horror a cuestas,
rezaremos, lloraremos
de dolor y de tristeza
al ver la teoría de pasos
desfilar por las callejas,
por travesías y puentes,
por espaciosas plazuelas.
Todo por ver con los propios
ojos la crueldad horrenda
del deicidio: Dios que muere
en cruz por nuestras ofensas…
por nuestros turbios pecados,
por nuestra íntima miseria.


También aquí en Quintanar,
llega la Semana Santa.
Y aquí estamos esta noche
dispuestos a pregonarla.


QUINTANAR villa y cabeza
de la Orden de la Espada…
QUINTANAR, símbolo, orgullo
y corazón de La Mancha…
Dicen que viene tu nombre
de la palabra “quintana”
que en latín venía a decir
“caserío de labranza”
que debía de pechar
con el “quinto” de alcabalas...
Pero sea como quiera
el nombre que te señala,
una cosa sé muy cierta:
que es antiguo y tiene fama.
Quintanar... nombre sonoro
“de la Orden de la Espada”
pues la Orden de Santiago
fue tu noble propietaria
desde que en el siglo doce
desde Uclés te repoblara...
Quintanar ya para siempre
de la Orden de la Espada.
Mil trescientos dieciocho,
que fecha tan señalada,
Alfonso Once el Justiciero
otorgó la egregia Carta
del privilegio de Villa
y levantó la Muralla...
Después su hijo don Fadrique

a Quintanar designaba
la capital y cabeza
en el Común de La Mancha,
ordenando levantar
Rollo y Picota a la entrada
(hoy se conserva muy cerca
de la Ermita de Santa Ana).
Y Quintanar fue creciendo.
Sus límites se ensanchaban.
Ya en el siglo dieciséis
la Iglesia se dedicaba,
gótica renacentista,
plateresca filigrana,
a Santiago el Matamoros,
Patrón y Gloria de España.
En aquellos Siglos de Oro
nuestra villa se adornaba
de ermitas y de palacios,
de casonas blasonadas,
Ermita de la Piedad,
de San Joaquín y Santa Ana,
de San Antón, San Sebastián,
Palacete de las Radas,
manchega Casa de Piedra,
Casa del Virrey preclara...
Ya en el siglo diecinueve,
por fidelidad probada
frente al carlismo rebelde,
Quintanar era nombrada
por doña Isabel segunda
“Muy Leal Villa de España”.
QUINTANAR, noble cabeza
de la Orden de la Espada...
QUINTANAR, símbolo, orgullo
y corazón de La Mancha...


Entre las muchas grandezas
históricas, renombradas,
que dan lustre a Quintanar
y hacen que sea visitada
por propios y por extraños
y es su perla recamada
y es el timbre de su gloria
y es el clarín de su fama...,
luce la sin par, la antigua,
la egregia SEMANA SANTA,
que es la más honda expresión
de la devoción cristiana
y con justicia y acierto
“pasión de un pueblo” llamada.
Quintanar... pasión de un pueblo.
Quintanar... Semana Santa.


¡Ojalá sepa mi voz
con dignidad evocarla!
Ya en el siglo diecisiete
existían destacadas
Cofradías de Pasión,
como la muy renombrada
de Jesús del Nazareno,
una segunda llamada
del Cristo de la Humildad
y la piadosa y callada
Virgen de la Soledad...
Cada imagen tenía entonces
cuatro banzos, propiedad
de cuatro fieles devotos
por tradición familiar...
El dueño de cada banzo
se lo podía legar
al hijo mayor varón...
pero si fallaba tal
y no había sucesión
se debía subastar
el banzo al mejor postor.
Aún se comenta en el pueblo
un suceso excepcional.
Fue en mil novecientos veinte.
Y va a hacer un siglo ya.
Un banzo del Nazareno
quedó para subastar.
Tomás Botija Verdugo,
devoto de Quintanar,
pagó trescientas pesetas,
asombrosa cantidad
de dinero en aquel tiempo
con que se podía comprar
una hectárea de terreno...


Sólo había tres cofradías
y las tres solían usar
recia túnica morada
ceñida por un ritual
cordón morado y azul,
que es pureza y humildad...
Cada Domingo de Ramos
se solía celebrar
el acto de la elección,
que se decía “sacar”
(pues se utilizaban bolas)
Mayordomos y Cabezas,
que asi se solía llamar
a los organizadores,
plana mayor singular,
de aquellas semanas santas
antiguas de Quintanar.
El Mayordomo Mayor
se encargaba de llevar
el honorable Estandarte
con pompa y solemnidad.
Y después durante el año,
lo debía custodiar
en su propio domicilio
con la mayor dignidad...
De todo aquel patrimonio,
humilde pero esencial,
que era la herencia de siglos
que tenía Quintanar,
prez de su Semana Santa,
nada se pudo salvar
cuando estalló la sangrienta
Guerra Civil nacional.
Su furia antirreligiosa
hizo destruir y quemar
imágenes, estandartes,
túnicas, tronos y mantos...
nada se pudo salvar.

 

¡Que pobre Semana Santa
se vivía en la posguerra!
Pobre sí, pero sentida.
Pobre sí, pero sincera...
Había tanto dolor
aquellos años cuarenta...
De nuevo, particulares
devotos de alma serena,
viudas y gentes de bien,
con sus menguadas haciendas,
costeaban las imágenes
de aquellos años cuarenta,
años del hambre, en que el mundo
ardía en terrible guerra...
En Quintanar renacía
la prez semanasantera
un tanto anárquicamente
años cincuenta y sesenta...
con procesiones humildes,
sin esplendor ni excelencia...


Esto cambió para bien
luego en los años setenta,
cuando un nuevo sacerdote
decidió tomar las riendas.
Tal fue don Luis García Donas.
Él supo ver la potencia
que escondía Quintanar,
supo aunar todas las fuerzas,
el amor propio del pueblo
y remover las conciencias,
fomentando Cofradías
y JUNTA de todas ellas
para crear y organizar
la Pasión Quintanareña,
dando lustre a la liturgia
y procesiones señeras.
Y en verdad que esta pasión
y Semana Santa nueva
que hoy da fama a Quintanar
es la obra imperecedera
que inició aquel sacerdote
de irreprochable conciencia
que fue don Luis García Donas
cuya memoria aún alienta.


Desde entonces... ¡cuántos años
han pasado ya... ¡Cuarenta!
Y no ha pasado uno solo
en que no se engrandeciera
con actos, con procesiones
y con Cofradías nuevas
esta gran “Pasión de un Pueblo”
la Pasión Quintanareña...


Hoy, catorce Cofradías,
veintidós tallas señeras,
dos mil quinientos cofrades
y una muchedumbre inmensa,
el pueblo de Quintanar,
viven con pasión intensa
una gran Semana Santa,
“Pasión de un pueblo” que reza,
que sufre con Jesucristo,
con su cruz y su vileza,
y resucita con El
y con El triunfa y se alegra...


Yo andaré por los rincones,
las plazas y las callejas,
viviendo con devoción
la Pasión Quintanareña...
En el Viernes de Dolores,
presagio de la tragedia,
buscaré a la Dolorosa
tras el Cristo del Perdón
y arderá mi fe piadosa
al ver salir del Convento
la Virgen de doña Ambrosia,
quien costeara el primer manto
con un vestido de novia...

 

Y en el Domingo de Ramos,
por entre bosques de palmas,

Parte 2/3

de estandartes y de insignias
de Cofradías ordenadas,

buscaré la Borriquilla
y sobre ella, entronizada,
veré al Hijo de David,
egregia imagen portada
por los hermanos cofrades
del Cristo de la Humildad,,,
y gritaré ¡Hosanna! Hosanna!


Martes Santo. En las Ermitas
viviré las emociones
de las catorce estaciones
del Vía Crucis, que ejercitan
las Catorce Cofradías.
Y cantaré el estribillo
que aprendí de monaguillo
cuando don Luis García Donas
era párroco en Parrillas,
el pueblo en que yo nací:
“Acompaña a tu Dios alma mía...”


Miércoles Santo. Noche
cerrada ya.
Todo el pueblo en la Plaza
San Sebastián,
que la Pasión Viviente
va a comenzar.


Jesús, cordero lánguido,
Dios en verdad,
por nuestra ingrata infamia
se va a entregar.


Jesús y los Apóstoles
van a rezar.
El Ángel en el Huerto
esperando está.


Y aquél que entre las sombras
se ve acechar...
Es Judas que a Jesús
quiere besar...


Los Sumos Sacerdotes.
Ved a Caifás.
El Centurión. Soldados.
Y Barrabás.


Poncio Pilato, el tibio,
lo va a juzgar.
Y, cobarde, lo manda
crucificar.
Con la Cruz en los hombros
ha echado a andar.

Al Gólgota, sin fuerzas,
ha de llegar.


Una mujer de luto
rompe a llorar.
María Magdalena
que va detrás.


Ya está Jesús alzado
como un rufián,
sobre la Cruz clavado,
presto a expirar.


La noche es un estruendo
de tempestad.
Y ya el velo del templo
se va a rasgar...


¡Cuánto aplauso merece
todo este afán!
Es la Pasión del pueblo
de Quintanar.


Miércoles Santo. Noche.
¿Hay quien de más?
Jerusalén es la Plaza
San Sebastián.


La Pasión ha llegado
a su final.
Pero nadie se mueve
de su lugar.


De la Ermita del mártir
San Sebastián
sale ya el Santo Cristo
de la Humildad.
Irrumpe asi, estruendosa,
un año más,
la Procesión más propia
de Quintanar.


“Ecce Homo” en la Plaza
se oye gritar.
Tal es el Santo Cristo
de la Humildad.


Cordón morado al cuello
como un dogal,
caña hueca en las manos
cual cetro real,
con túnica de púrpura
pontifical,
coronado de espinas...
es LA HUMILDAD.


Carracas y paletas
se hacen sonar,
Trompetas y tambores
se oyen tronar.


Calle Grande, Princesa,
el pueblo va
sonando las carracas
sin descansar.


Ya no entran en la Iglesia
para rezar
el rezo de tinieblas
tradicional.


Cuando la última vela
veían apagar,
las carracas lanzaban
su hondo roncar.


Se estremecían las bóvedas
Crujía el altar.
La Iglesia era un estruendo
fenomenal.


¡Procesión de las Carracas
del pueblo de Quintanar!


El espantoso estruendo
recordará
el escarnio y las burlas
que hizo pasar
Poncio Pilato al Cristo
de la Humildad.


Jueves Santo. Lavatorio.
El gesto de la grandeza
nace de la caridad,
según nuestra fe lo enseña.
Yo agradeceré al Señor
aquella sublime herencia,
testamento que su Amor
nos legó en la Última Cena:
la Eucaristía, el Sacerdocio
y la Caridad Fraterna.
Y buscaré esos momentos
de soledad recoleta
para repasar mi vida,
reconocer mi miseria,
mi ingrata fragilidad
ante el Señor, que me espera
en los cuatro tabernáculos
que la fe quintanareña
le erige en el Jueves Santo:
monumento de la Iglesia
Parroquial y el de la egregia
Capilla de las Hermanitas
o el de la mansión serena

de las Madres Trinitarias
o el de mística presencia
de los Padres Franciscanos...
Y acabaré en la señera
Ermita de la Piedad,
donde se que se conserva
la neogótica estructura
de un monumento que fuera
brillante trono de Dios,
Arco de Triunfo en madera,
en otro tiempo esplendor
de la fe quintanareña...


Esperaré contemplándolo
pues allí, en la Ermita, empieza
la Procesión del Escándalo.
Ya lo anuncian las cornetas,
las de las Siete Palabras.
El Jueves Santo penetra
el Misterio del Dolor
que en el Viernes se acrecienta.
Pero, ea, que ya salen
del Dolor dolientes huellas...


Tras las cornetas marciales
un primer paso adivino.
Es la Oración en el Huerto.
Jesús entre los olivos
habla al Padre, suda sangre
y tiembla sabiendo el suplicio
que le espera, en una cruz,
vejado y escarnecido...
“Aparta de mi este cáliz,
si es posible, Padre mío...”
Y el Padre le envía un Ángel.
Y el Ángel consuela al Hijo...
Felipe Torres Villarejo
nos dejó el paso esculpido
y en el toda la emoción
del Huerto de los Olivos.


Detrás viene maniatado,
sereno pero dolido,
Jesus de Medinaceli
preso, descalzo y cautivo.
Cornetas de las Angustias
marcan el horror y el ritmo,
cuando llega cual cordero
que es llevado al sacrificio
Cristo atado a la columna,
con el cuerpo malherido
de azotes y en la mirada
el perdón más comprensivo...


¿Y esa mujer que semeja
un ángel en el camino?
Es Marta la laboriosa,
que dio de comer a Cristo
y ahora quiere acompañarle
en su infamante suplicio...
Las Cornetas de Santa Ana
riman su dolor contrito,
porque el cobarde Pilatos
viene presidiendo el juicio
y consiente los ultrajes
del centurión y el esbirro
que golpea sin piedad
a quien es el Amor mismo...
Detrás San Juan señalando
con el rostro compungido,
expresa con su silencio
“¡Qué estáis haciendo malditos!”.
Cornetas de San Sebastián,
deshaced el maleficio
que el Cristo de la Humildad
viene, de rojo vestido,
que es el color de la víctima,
del horror y el sacrificio...
Más atrás las Tres Marías,
con ojos humedecidos
resueltos en mar de lágrimas,
viendo a su Dios malherido...
Virgen de la Soledad,
Dime... y Tu ¿a qué has venido?
“A ver con mis propios ojos
cómo lleváis a mi Hijo,
como un cruel malhechor
a la muerte en el patíbulo”...


Procesión de los Azotes,
Escándalo desmedido...
La noche del Jueves Santo
Quintanar es un patíbulo.


Ya amanece VIERNES SANTO,
el día del magnicidio.
Antes de romper el alba,
todo el pueblo se ha reunido
en el Templo Parroquial
para escuchar compungido
el Sermón de la Pasión.
Contemplad con atención
los rostros amanecidos.
Diríase que en Quintanar
nadie esta noche ha dormido.
Saben que Dios va a morir
sufriendo el más cruel martirio.
Antes de salir el sol,
el Sermón ha concluido...


¿Y ese infernal ruido de campanas?
que por las calles repicando va...?
Es otra tradición de este gran pueblo...
Es la quintanareña Campaná...


Por las calles repletas de gentío
llevan a un pobre reo maniatado,
un inocente a muerte condenado,
un hombre bueno en hábito de impío.
De la Iglesia a la Plaza ha recorrido
el tramo del escarnio y la impiedad.
El que es la Perfección y la Bondad
expuesto al vilipendio cual bandido.
Comparece frente al Ayuntamiento.
Y allí Pilatos, hombre sin conciencia,
pronuncia la fatídica sentencia
de morir en la Cruz con cruel tormento.
Le arrebatan la veste de blancura,
le revisten con súbita crudeza
la túnica purpúrea sin costura,
le coronan de espinas la cabeza.
A esto llevan el humano desenfreno.
He aquí la imagen de nuestra vileza:
Nuestro Padre Jesús de Nazareno.

 

Pero ved ya el deicidio por las calles.
Lo anuncian tras la cruz y los ciriales

las Cornetas que tocan a rebato,
piadosas, lacrimosas y marciales.
A hombros de magníficos manchegos
el paso de Jesús ante Pilatos,
Nuestro Padre Jesús de Nazareno...
La Procesión solemne de los Pasos.

 

Del templo lentamente van saliendo
Virgen de las Angustias, Santa Marta...

Cristo que en una cruz viene muriendo

Parte 3/3

entre los dos ladrones de la farsa,
Dimas y Gestas que nos representan
y la madre de frente arrodillada...
Cristo en hombros de sus quintanareños
va pronunciando las
SIETE PALABRAS.


Y ya estallan las Cornetas
con sagrada algarabía,
las de las Siete Palabras
y las de las Tres Marías.


Detrás viene la Verónica,
enlutada y compungida,
con un lienzo entre las manos,
mostrando en el dolorida
la imagen que Jesucristo
con sangre de sus espinas
ha impreso como un trofeo
de su humana valentía...


San Juan y la Dolorosa
cierran esta comitiva.
Van camino del Calvario
con el alma estremecida
por el rastro que la sangre
deja en el suelo extendida...
Quintanar es un clamor
de piedad estremecida.
Ya la luz de la mañana
luce gallarda encendida
sustituyendo a las velas
con sus llamas consumidas...
La Procesión de los Pasos...
¡Qué lujo de Cofradías!


Viernes Santo. Viernes Santo.
Un Gólgota es Quintanar.
La hora de los Oficios.
En su ermita secular
El Santo Cristo de Gracia
Está a punto de expirar.
Yo me postraré a sus plantas
porque allí quiero llorar
mis culpas, que son la causa,
Santo Cristo, de su mal…
y meditaré en silencio
en ese instante total
en que muere por nosotros,
oh misterio singular,
y exclamaré ante su imagen.


Lucero de Quintanar,
Oh Santo Cristo de Gracia,
para poder dibujarte
guía mis torpes palabras.


Empiezo por lo más alto
de tu Persona Divina,
donde fieros te pusimos
esa corona de espinas.


Tu noble rostro revela
sublime serenidad,
barba poblada y undosa,
símbolo de majestad.


La muerte cierra tus ojos
y tu divina mirada,
por no ver tanta maldad,
se desvía horrorizada.


¡Gesto supremo de Amor!
Están abiertos tus brazos
y porque nunca se cierren
en el madero clavados…


Cuando pasas en tu trono
de claveles encarnados
el pueblo de Quintanar
suspira conmocionado.


El dolorido costado
que abrió la cruda lanzada
por cumplir las Escrituras
va manando sangre y agua.


¡Qué digo! Lo que tu pecho
nunca cesa de manar
es el Amor que Tú tienes
al pueblo De Quintanar.


Luego, casi sin pensar,
Oh Santo Cristo de Gracia,
En el Templo Parroquial
La noche del Viernes Santo
veré el Silencio llegar…
El Silencio, sí, el Silencio…
La Procesión va a empezar.
Es la última de Pasión.
En ella el luto es total.
Luto y silencio, que a Cristo
ya lo llevan a enterrar
las piadosas Cofradías
del pueblo de Quintanar.

 

Van la cruz y los ciriales.
Las Siete Palabras van.
Verónica y la Lanzada.
El Cristo de la Humildad.
El Santo Cristo de Gracia.
El descendimiento va.
Las Tres Marías, Santa Marta.
Las Angustias y San Juan…
todas en cortejo fúnebre,
comitiva funeral
porque en el Santo Sepulcro
llevan a Cristo a enterrar.
Procesión del Santo Entierro.
Silencio, que llega ya
la Madre, la solitaria
Virgen de la Soledad.
Sobran todas las palabras.
Silencio, que llega ya.


Y en un profundo silencio
viviré el Sábado Santo,
día de reflexión,
contemplando el Desenclavo,
Paso del Descendimiento,
que resume, sacrosanto,
toda la Semana Santa,
la maldad del ser humano,
que se cifra en el deicidio,
nuestro más grande pecado…


Y allí, entre las figuras
de tan espléndido paso,
que están bajando a Jesús
de la cruz para enterrarlo,
yo querré ser Nicodemo
para quitarle los clavos
al cuerpo muerto de Dios
y querré tener las manos
de José de Arimatea
para ungirlo y abrazarlo…
y querré ser esa sábana
y purísimo sudario
para recibir el cuerpo
para envolverlo y limpiarlo…
y querré ser el discípulo
que lo mira horrorizado…
y querré ser Salomé
con el ungüento sagrado
y María Magdalena
que no se atreve a besarlo
y le acaricia los pies
que en vida le había lavado…
y querré ser esa Madre
y su dolor, contemplando
al que es la Luz y la Vida
muerto por nuestros pecados…
Mirando al Descendimiento,
delante del Desenclavo,
secretamente, en silencio,
viviré el Sábado Santo…
Hasta que, en la medianoche,
el Domingo vaya entrando
y el sublime resplandor
del Cirio encienda mis párpados.
Sólo entonces gritaré:
“¡Cristo ya ha resucitado!”.
Y en la Vigilia Pascual,
que es el gran rito cristiano,
cantaré las maravillas
que con nosotros ha obrado
la mano excelsa de Dios
con poder ilimitado:
la Creación, y en ella el hombre,
a su imagen diseñado,
y recordaré a Abraham,
el buen patriarca probado,
que fundó el pueblo escogido
donde Dios se ha humanizado…
y ensalzaré la victoria
sobre Egipto despiadado
en el Paso del Mar Rojo
que la Pascua ha figurado,
los Carros del Faraón
en las aguas sepultados…
Veré tu poder, Señor,
y tu más grande milagro,
que es raíz de nuestra Fe,
la gloria de ser cristiano,
tu RESURRECCIÓN, Señor,
como habías profetizado…
y cantaré: “¡Aleluya!
¡Cristo ya ha resucitado!”.


Y es que, por fin, Quintanar,
ayer patíbulo airado,
es hoy puerta de la gloria,
pues Cristo ha resucitado.
Ved cómo sale purísimo
cuerpo ya divinizado
de la Iglesia Parroquial,
triunfante entre los hermanos
de cofradías del Señor,
mientras de los Franciscanos
se apresuran ya gozosas,
entre estandartes alzados
de advocaciones marianas,
la Madre, pues le han contado
que ya viene por las calles
su Hijo Resucitado…
En el centro de la Plaza
con su Hijo se ha encontrado,
oh momento singular…
Quintanar rompe en aplausos.
La tensión penitencial
en alegría ha estallado…
¡Qué radiante madrugada!
Yo exclamaré emocionado:
“¡Quitad el manto a la Virgen!
¡Quitadle ese manto negro,
que ha resucitado su Hijo,
Dios y Hombre verdadero!”.

 

Y se habrá cerrado el ciclo
y renovado el misterio:
la Muerte y Resurrección
que es la fe y el fundamento
de la religión cristiana,
que es la esencia de este pueblo,
como es la esencia de España
desde sus mismos cimientos.


Pero todo será vano,
amigos quintanareños,
todo habrá sido abalorio,
pompa, lujo y lucimiento
de sepulcros blanqueados,
de hipócritas fariseos,
si nuestra Semana Santa
no la vivimos por dentro,
si, como dice San Pablo,
no muere nuestro hombre viejo
y en nuestras almas no nace
vigoroso un hombre nuevo.
Un hombre que vea en Cristo
el más perfecto modelo.
Un hombre que nunca olvide
vivir el amor fraterno,
y que el amor es entrega,
sacrificio y sufrimiento,
perdonar al enemigo
buscando el entendimiento.
Quintanar. Semana Santa.
Quintanar. Pasión de un pueblo.


Y es que la Semana Santa
que en Quintanar se celebra
tiene un no se que especial
que se resume en las letras
de su nombre. QUINTANAR
tiene QU de quijotesca
I de impar e inigualable,
N, sí, de nazarena,
T de teología del pueblo,
tensión que todo lo impregna,
A de alma y animada,
N de la buena nueva,
de no y de nunca al pecado,
A otra vez de amor y auténtica
y R de recogida,
de reflexiva y de recia,
como el alma de La Mancha
pues Quintanar es su esencia.


A este gran bien os convoco
en esta noche serena,
cofrades, hijos y amigos
de Quintanar “la manchega”,
los de carraca y campana,
estandartes y banderas
y bandas uniformadas
de tambores y cornetas…
todos cuantos conformáis
esta sagrada experiencia
que es la Semana Santa
por las calles y plazuelas.
Cuidad vuestras procesiones,
la liturgia y su belleza.
Vivid la Semana Santa
con dedicación intensa,
pero vividla por dentro
reformando las conciencias.
No os quedéis sólo en los actos
externos y su belleza,
porque es sólo del alma
la auténtica penitencia.
Vivid la Pasión de Cristo
y su muerte tan horrenda
por lavar nuestros pecados,
nuestros vicios y miserias…
y resucitad con Él
a una vida más auténtica,
vida del amor cristiano
que nuestra fe representa.
Sólo así podrá decirse
en esta tierra manchega
y en cualquier rincón de España
con significación plena.


QUINTANAR. SEMANA SANTA.
PASIÓN DE UN PUEBLO QUE REZA.